VENEZUELA, TIERRA BENDITA

Escribí este artículo con la intención de que algún día sea publicado. Mi deseo surge por mi gran pasión hacia la escritura, esa pasión que me llevó a estudiar Comunicación Social. Y que mejor tema que Venezuela, que día a día es noticia en el mundo. Aquí plasmo el gran cariño que siento hacia mi país y la preocupación que me embarga por el rumbo que está tomando. Hagan sus comentarios, que estoy segura que tienen mucho que decir...

Son las 6 de la mañana, el sol ilumina una vez más el cerro Ávila, icono de la ciudad de Caracas, que cada día amanece más convulsionada.

Mi padre, nacido en Roma, Italia, lleva en Caracas 51 años. Aquí se casó, aquí crió a sus 3 hijos y aquí formó su negocio, sostén de una decena de familias venezolanas.

Desde su llegada en 1956, con una maleta en mano y sin recursos económicos, muchas cosas han cambiado en este país identificado en el mundo entero por un tricolor (amarillo, azul y rojo), y ocho estrellas blancas en su centro.

Pero, ¿Qué encierra ese tricolor?, ¿Qué hay detrás de la historia de ese himno que reza “Gloria al bravo pueblo”?.

¿Qué sienten, cómo son y cómo viven esos venezolanos, nacidos aquí o nacionalizados, que sin distinción alguna se emocionan con “El Alma Llanera”, símbolo musical del folclore nacional. Con esa melodía, que cuando suena, todos tararean con orgullo sus letras “Soy hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol…”.

Una mezcla incomparable de culturas, vivencias y costumbres es lo que alberga Venezuela. País de Suramérica famoso por el petróleo que descansa debajo de su tierra, pero más allá de la importancia económica que eso conlleva, Venezuela representa el refugio de miles de inmigrantes europeos que como mi padre, encontraron en este paraíso tropical un lugar donde echar raíces y desarrollarse tanto profesional, como personalmente.

El Salto Ángel, el Pico Bolívar, la Gran Sabana, la isla de Margarita (conocida como “la perla del Caribe”) y el archipiélago Los Roques, son sólo algunas de las maravillas turísticas que ofrece esta Nación.

Playa, sol, nieve, montaña, desiertos, atardeceres de postal y paisajes exóticos, son la estampa que caracterizan la tierra del Libertador Simón Bolívar, del sonero del mundo, Óscar de León, del músico y compositor Simón Díaz, creador de “Caballo Viejo”( la canción venezolana más famosa en el mundo, que cuenta con unas 350 versiones en 12 idiomas); del diseñador Ángel Sánchez; de las mujeres más bellas del mundo; esas mujeres que cuando desfilan en los concursos internacionales, hacen temblar a sus rivales y acaparan la atención de la prensa, del jurado y del público en general. No por casualidad este país cuenta con el mayor número de coronas de belleza en su haber.

Venezuela, país de gente alegre, a la mano, que siempre tiene su mejor sonrisa hasta en los tiempos más difíciles. Ese es el venezolano, el de “pura cepa” o el hijo del extranjero. Tiene ese no se qué, que lo acompaña a donde quiera que vaya y que no lo hace pasar inadvertido, ni en el rincón más lejano del mundo.

DOS VENEZUELAS, UN SENTIMIENTO

Desde hace ocho años Venezuela ha experimentado un cambio político, económico y social muy significativo. No se trata de cuestionar si el cambio ha sido bueno o malo. Se trata de darle la importancia histórica que merece.

La difícil situación política y económica por la que atravesaba el país en los años 90, dio pie a que los venezolanos desearan un cambio que les perfilase una mejor calidad de vida. Así fue como en diciembre de 1998, el teniente coronel Hugo Chávez Frías obtuvo el triunfo y se consagró por votación popular como el primer mandatario nacional hasta el día de hoy.

En estos ocho años muchas cosas han cambiado, entre ellas, el nombre del país que de Venezuela pasó a ser República Bolivariana de Venezuela.

Pero más allá de una simple denominación, lo verdaderamente importante es el cambio social que se ha originado por una pugna política. Para contarlo gráficamente, es como si el país estuviera dividido en 2 equipos (los que apoyan al gobierno y los que no). Ambos bandos jalan una cuerda para ver quién obtiene la victoria, que en este caso, no obtendría un premio material; es una simple batalla de ideas que busca su cauce, ya sea para reafirmar al Presidente en el poder, o para desconocer su gestión.

En esta continua batalla, cientos de venezolanos han encontrado la muerte, no importa en defensa de quien. Durante este proceso, los medios de comunicación han ejercido un rol determinante, algunos se han declarado enemigos del régimen, o por el contrario, le han rendido pleitesía. La objetividad parece haber desaparecido, todo por intereses económicos o por simple ideología.

El punto a donde quiero llegar es el alarmante deseo de los jóvenes en querer emigrar a otros países. Emigrar de éste, un país que irónicamente fue el tesoro que buscaban los extranjeros para vivir mejor.

Esta una realidad que no se puede obviar, porque en el caso de que esos jóvenes sean mayoría o minoría (que aquí no está en discusión), importa porque es la juventud profesional, la juventud pujante que tiene potencial y que siente que aquí ya no hay futuro, o por lo menos, no el futuro que se vislumbraba antes.

Cada quien lucha por lo que “cree” que sería lo mejor para el país, los pensamientos ideológicos se cruzan, pero todos convergen en un mismo sentimiento: ser venezolanos.

Todos amamos la espuma que corre por las aguas de nuestro mar Caribe, todos añoramos las arepas o las hallacas en diciembre si estamos lejos de casa, todos tenemos a un amigo con quien celebrar un cumpleaños a lo venezolano, todos bendecimos el clima tropical que nos acompaña durante cualquier época del año.

Todos, aunque hayamos crecido aprendiendo otra cultura, poseemos un toque de esa alegría latina, que es la envidia de muchos, y que jamás morirá de nuestro ser, así echemos raíces en otra tierra bendecida por las manos de Dios, como ha sido bendecida ésta, nuestra querida VENEZUELA.