Gobernantes vs Pueblos



Gobernantes: llevan consigo el peso de educar, formar y conducir a un país hacia el desarrollo. Son líderes que tienen el poder de decidir lo que será el futuro de la Nación que representan. Aunque ciertamente es preciso tomar en cuenta la historia del país y el papel de antiguos Jefes de Estado, el Presidente que asume el mandato en un momento dado, puede sin duda cambiar el rumbo de los ciudadanos que lo eligieron.

Pueblos: siempre están a la espera de que llegue un gobernante mejor que el anterior. Albergan la esperanza de vivir en un país que ofrezca más y mejores oportunidades de empleo. La historia se repite “n” cantidad de veces.

En la mayoría de los casos, los pueblos tienen el derecho de elegir al mejor postor. Una vez ejercido el sufragio, deben seguir las directrices de quienes mandan, pero también tienen el deber de alzar la voz cuando disienten de una acción que se ejecute del lado de allá. Jamás existirá la perfección, pero sí se pueden lograr avances importantes, o en su defecto, cometer errores irreparables.

Gobernantes:
prometen, engañan, viajan, trabajan, luchan, mienten. Políticos al fin que andan con diplomacia, preparados o no, enfrentan retos que encaran de la mano de otros políticos: los más astutos que supieron ocupar el lado derecho de la silla presidencial.

Pueblos: eligen, a veces, a ciegas. Sin saber a quién le dan un voto de confianza. Obvio que es imposible adivinar lo que será el porvenir, pero una vez que han conocido cómo es que se baila el mambo, no deberían volver a incurrir en el mismo ritmo. Pero, ¿cómo hacerlos entrar en razón?

Educación:
lo principal para poder librar la batalla de ser y estar cada día mejor. Sin educación, la capacidad de elección y discernimiento se ve reducida a su mínima expresión.

Pero claro, el tema de la educación parte primero del hogar y luego de la escuela. Y el punto se complica cuando la base familiar se ve entorpecida, como ocurre con frecuencia en América Latina y con seguridad, a menor escala, en cualquier otra parte del mundo. Entonces, si la formación que recibe un niño en el hogar no es la adecuada, en cuanto a valores, principios y estructura, donde mamá y papá imparten el mejor ejemplo, la educación escolar se iniciará de por sí con una deficiencia importante.

Pero, el punto familiar es independiente de la formación cultural que recibe el individuo en una casa de estudios. Aquí es donde aparece la influencia del Estado en cuanto a la forma de impartir la educación y a la calidad de los docentes, quienes son los encargados de transmitir sus conocimientos de la manera más pedagógica posible. Aquí se pone de manifiesto el nivel de exigencia y el compromiso que asumen los maestros, para luego aplicarlo en las cátedras que imparten.

Si el Estado no promueve una educación de excelencia, con libertad de pensamiento y con amplias posibilidades de desarrollo a nivel superior, abriendo caminos para todos y cada uno de los que deseen obtener una profesión; si los docentes no se comprometen a dar lo mejor de sí, entendiendo que su labor es formar ciudadanos de bien; si los estudiantes no comprenden que para poder calar en sociedad y vivir dignamente deben prepararse para poder tener un oficio digno, cualquiera que sea; y si los padres no asumen su rol desde el hogar, enseñando que la honestidad y el respeto a los demás, son valores irrenunciables, el resultado será un país sin posibilidades de surgir, un lugar donde la ignorancia se verá traducida en delincuencia, donde es mejor el trabajo fácil, el engaño, el matraqueo, antes que ganarse el dinero a pulso y con esfuerzo.

Gobernantes y pueblos tienen que ir de la mano. Uno debe dar el impulso para que el otro pueda volar.

No es algo que se logra de un gobierno a otro, ni cambiando leyes, ni atacando a la educación privada. Es una semilla que debe sembrarse desde casa, estar bien arraigada allí para poder dar buenos frutos fuera de ella.

Los gobernantes son gobernantes gracias a sus pueblos. Los pueblos son el resultado de políticas bien o mal aplicadas. La responsabilidad del éxito de un país radica en ambos. Si uno falla, el otro muere.

Un pueblo feliz se traduce en abundancia para el porvenir. Un pueblo en depresión no ve futuro, añora el pasado y vive el presente, pensando que algún día otro Presidente resolverá los enredos del actual.

¡Error! Hay que comprender de una vez por todas, que primero debemos cambiar nosotros como pueblo, como ciudadanos, para así poder elegir a un Gobernante que logre avances y luche por tapar los huecos del ayer.

Tendrán que pasar muchas generaciones para conseguir esta hazaña, pero no sin antes cambiar el pensamiento, asumiendo nuestra conciencia como la voz que hay que escuchar cuando aparezcan tentaciones difíciles de apartar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Es muy cierto lo que dices, Romi, y no pareciera tan difícil cuando lo ves así, como un mutualismo en el que si uno triunfa el otro también. Los problemas se generan cuando introduces en la fórmula, además de, o tal vez por consecuencia del desarraigo de los políticos con respecto a sus Estados (de los cuales no se sienten parte), la inmensa tentación que puede resultar ser la corrupción.

Supongo que eso también forma parte de los valores familiares que habría que enseñarse en casa y luego en los colegios, y que no siempre llega bien entendido, pero como lo veo, el desarraigo que lleva a los políticos a pensar que al robar están aprovechándose de otro y no de algo más grande de lo que también forman parte, es un cáncer que nos carcome desde hace ya demasiado tiempo, y la única solución que veo es que se acabe la impunidad, los corruptos paguen sus "deudas" y a los niños se les enseñe el valor de la honestidad, del profesionalismo y de la identidad nacional.
Romi S. ha dicho que…
Si Zhandrita, la corrupción es un punto bien delicado que no toqué abiertamente porque tiene muchas aristas.

Pero, ciertamente es un cáncer muy difícil de combatir, por eso hago tanto hincapié en las bases familiares, porque estoy convencida que desde ahí es que se puede lograr el cambio.

Aunque está muy claro que la codicia es un pecado que está latente en cualquier sociedad, especialmente en las altas esferas del poder. Como dices, la única solución sería acabar con la impunidad, cosa que me parece más cuesta arriba aún.

Habría que dedicar otro post a este tema.

¡Gracias por comentar!
Anónimo ha dicho que…
DONDE GUARDAS TANTOS PENSAMIENTOS Y SABIDURÍA,YO QUE SOY TU HERMANA QUE DEBERÍA CONOCERTE BIEN, CUANDO VEO LO QUE ESCRIBES SIENTO QUE ES OTRA PERSONA....ES QUE ERES TAN RISUEÑA Y AVECES " INFANTIL ", EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA, QUE TANTA PROFUNDIDAD EN TU FORMA DE ESCRIBIR ME SORPRENDE.JAJAJA, TIENES COMO UNA DOBLE PERSONALIDAD!
Romi S. ha dicho que…
Hermaaa!!! Quién mejor que tu para entender la especialidad de un don. Escribir es el mio, y a veces yo misma me sorprendo del resultado ;)
TE AMO.

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