¡LA TIERRA ARDE!




Pasan los minutos, las horas, los días, los años. Todo cambia y acaba. El mundo sigue girando, transformándose y deteriorándose lentamente. Ya casi no se respira aire puro y muchas especies animales sufren los efectos de los desechos tóxicos, de la contaminación y de la inconciencia del ser humano, que en vez de construir se ha dedicado a destruir al medio ambiente.

El Planeta Tierra está resentido y ha comenzado a hablar. Los cambios climáticos que se han dado en los últimos años deben ser motivo de preocupación, es necesario que se prendan las alarmas antes de que sea demasiado tarde. En el 2005 entró en vigor un acuerdo internacional firmado por los países industrializados conocido como Protocolo de Kyoto el cual tiene como objeto reducir las emisiones de los gases que provocan el calentamiento global. El Protocolo obliga a sus firmantes a reducir, entre los años 2008 y 2012, en un 5,2% respecto a los niveles de 1990 las emisiones a la atmósfera de los gases que provocan el efecto invernadero.

La batalla arrancó a media máquina porque Estados Unidos (país que emite casi el 25% de los gases contaminantes del planeta) se ha negado a firmarlo, ya que el Gobierno considera que su puesta en práctica causará un alza de los precios de la energía, lo que dañará su economía y llevará a la pérdida de millones de puestos de trabajo.

Hasta ahora, el acuerdo no ha obtenido los resultados esperados porque muchos de los países firmantes lo han incumplido. Y mientras tanto, se deshielan los glaciares, aumentan las sequías, los tsumanis, los terremotos, los huracanes, las nevadas… Así, poco a poco, la fuerza de la naturaleza se va cobrando más vidas humanas a consecuencia de los cambios climáticos.

Escenas estremecedoras e increíbles de catástrofes naturales le han dado la vuelta al mundo. Pero la más espeluznante de todas, sin duda, fue la del Tsunami Asiático. El 26 de diciembre de 2004 el Océano Índico fue sacudido por un terremoto de 9.3 en la escala de Richter, el cual ocasionó una serie de tsunamis que destruyeron las costas de la mayoría de los países que bordean ese Océano. Se estima que unas 230 mil personas murieron en la tragedia, por lo que este desastre natural se ubica entre los 10 más devastadores de la historia moderna. Esto sin contabilizar las muertes a raíz de epidemias de enfermedades relacionadas con la contaminación del agua y los miles de desaparecidos y damnificados.

Si no se toma conciencia de la gravedad del asunto, el mundo terminará acabando por los efectos del calentamiento global. La ONU prevé que la temperatura media de la superficie del planeta aumente entre 1,4 y 5,8 °C de aquí a 2100. Ese futuro está más cerca de lo que parece, y si bien es cierto que no hay quien pueda con la fuerza de la naturaleza, sí podemos contribuir a conservar el medio ambiente. La Humanidad es responsable del bien y el mal que vive la Tierra. El día del Juicio Final puede estar tan cerca o tan lejos como se propongan las nuevas generaciones.

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