Mundos paralelos

Resulta imposible no sentirse afectado ante tanto desbarajuste mundial. Las noticias invaden nuestra paz, pero forman parte, al fin y al cabo de nuestras realidades que nos tocan de cerca y de lejos.

Vivo lo que me toca aquí, pero conozco, a medias, quizás, lo que sucede allá en otro país, en otro continente. Mundos paralelos giran sin parar, con sus dificultades cotidianas que a veces sobrepasan los límites y nos dejan sin defensa. Y es ahí, cuando nos damos cuenta lo vulnerables que somos los seres humanos. Qué difícil es aceptar que en cuestión de segundos podemos desaparecer de este mundo.

Se vienen a mi memoria tantas catástrofes naturales que han acabado con la vida de millones de personas y han arrasado con pueblos e infraestructuras, dejando a su paso una huella imborrable de desolación y tristeza. Recientemente, fue en Haití. Y me pregunto: ¿Por qué suceden estas cosas?, una nación tan empobrecida y necesitada, ¿qué es lo que tiene que aprender de esto? Sólo el tiempo lo dirá.

Son lecciones que deben aprender quienes fueron elegidos para quedarse, como tal parece que sucede aquí, de este lado del Planeta. En este país, tan rico y tan pobre. Tan grande, con sus inmensas llanuras, sus preciosos mares, su maravilloso clima… Aquí en el antiguo paraíso terrenal, estamos viviendo una batalla campal, esquivando dificultades, aguantando tantas injusticias. Impotentes ante la fuerza huracanada de una política destructora, que poco a poco nos ha amilanado, poniéndonos chiquiticos ante tanta arbitrariedad.

¿Hasta cuándo será esta película? , pero lo más interesante sería preguntarse, ¿cómo culminará?

Y a nuestro mundo en general, ¿qué le depararán los años por venir?,¿cómo lograr que la gente tome conciencia de la gravedad del calentamiento global?, ¿cómo no sentirnos presos de la tecnología?, más allá de los beneficios que nos pueda otorgar.

Son tantas cosas sobre las que deberíamos reflexionar. Supongo que para todo existirá una respuesta, pero realmente en este instante no consigo entender el por qué de tanto desorden.

Sí, es evidente que nosotros mismos somos los culpables, pero, si partimos de un proceso cíclico, debe existir la manera de volver a comenzar, aunque ya el inicio esté borrado de tantas pisadas. Se trata entonces de pisar y pisar. Caminar y continuar.