Por una nueva TV



Me llama poderosamente la atención la evolución/retroceso de la televisión venezolana.

Sí, evolución/retroceso porque, en lugar de evidenciarse un avance en lo referente a la calidad de la programación de los canales de señal abierta, cada día se observa absolutamente todo lo contrario. Programas que muy lejos de educar y entretener, aburren, y en muchos casos parecen burlar la inteligencia del televidente.

Sea por falta de presupuesto o creatividad, lo cierto es que la calidad de la programación de la televisión venezolana no es la misma de hace algunos años. ¿O será que de niña veía todo más bonito?

Definitivamente, el cable es el escape. Pero, ¡qué lamentable! Porque sé que aquí hay talento de exportación, pero no logran explotarlo. Muchos cantantes y actores venezolanos han llegado a la fama estando fuera, y es entonces cuando aquí se les reconoce como un diamante en bruto que se pulió en tierras extranjeras porque quisieron, y la verdad es que no siempre es porque quieren, sino porque deben. O porque se les dio la oportunidad y por allá se quedaron, con toda razón.

La televisión venezolana necesita un refrescamiento, un nuevo aire que vuelva a capturar a la audiencia. La gente la ve porque eso es lo que hay, pero no porque atrape.

No hay nada fuera de lo común, los pocos canales que hay compiten con el mismo tipo de programas y a la misma hora, no existen matices. La audiencia está subestimada y los talentos desperdiciados.

Para buscar raiting lanzan al aire reality shows que son realmente deplorables, claro que logran el objetivo, pero echando por la borda la función que debería tener la televisión: educar, informar y entretener.

Lo que se consigue con estos programas es una gran audiencia que con algo de morbo sigue las transmisiones, burlándose de los que prestan su imagen para este tipo de cosas. Y aquí hago un alto, porque no sólo los canales venezolanos se han valido de estos programas para anotarse puntos, sino la televisión en general, en todas partes del mundo.

Pero, cómo es que se pretende involucrar la televisión a la vida de la gente, utilizándola para ventilar los cachos de “a”, el sobrepeso de “b”, o para conocer cómo duerme, come y demás cualquier figura pública que se encierre entre cuatro paredes con cámaras por todos lados, a cuenta de fama y dinero.

Es un círculo vicioso, para quien lo pone en práctica y para quien lo sigue.

Hace falta poner a volar la imaginación para crear producciones que valgan la pena, que aporten conocimientos y que diviertan. Claro que también se necesita presupuesto y apoyo y, sobre todo, calidad. No anteponer la belleza al talento y no asumir que ya todo está hecho.

La televisión es mágica y su poder único. Venezuela quiere ver una nueva pantallita que recupere ese no se qué que la hace sublime, sorprendente, desafiante, divertida...

Ahora es que hay que CREAR. Ahora es que hay que CRECER.

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