Tarjeta roja al Sí



No es a corto plazo que se sentirán las consecuencias del gran error que cometió la mayoría del pueblo este domingo en las urnas. Realmente, no están conscientes de lo que está por venir, de la importancia que tiene para toda democracia la pluralidad de pensamientos.

Pero los hechos se verán con el tiempo, el poder de quien manda los acorralará más, más y más, porque el socialismo es un fracaso seguro.

Sí, son mayoría y eso es justamente lo más decepcionante. Saber que siguen creyendo en un proyecto que parece abocado a ayudar a los menos favorecidos, pero que más que una realidad es una quimera. Es un sueño que se ve cristalizado en palabras, pero no en hechos. Y si hay alguien que ha podido levantar cabeza y vivir dignamente gracias a la ayuda del Gobierno ¡bravo! Ojala fuesen todos los millones de venezolanos que han depositado su confianza en este mandatario. Esos que este 15 de febrero le dieron luz verde para gobernar indefinidamente, esperanzados en que lo que no han recibido en diez años, les llegue algún día.

Pero resulta que ese día no aparecerá en sus calendarios, y allí se quedarán, en eterno letargo. Y si alguno despierta, será demasiado tarde.

Apoyo iniciativas como Barrio Adentro, Mercal y las Misiones, pero planteadas para el verdadero desarrollo, no a media máquina y sin ideología de por medio porque al pobre hay que educarlo para que surja, no hay que convencerlo para que se conforme con migajas. Y no se trata de ser capitalista, se trata de vivir dignamente.

Pero no, eso es algo que no se ha comprendido aún, ha sido más bien lo que ha dividido a los venezolanos de una forma que parece irreversible, al menos hasta que no se le de paso a una nueva corriente política, posibilidad que no podrá ser considerada hasta que no transcurran cuatro años y se presente un candidato que pueda sobrepasar la fuerza de Chávez.

Eso es algo que hoy parece inalcanzable porque ciertamente la oposición no tiene un líder que pueda darle la pelea al chavismo. Y eso lo sabemos, de allí lo crucial de esta última consulta electoral, que fue planteada como una simple enmienda a la Constitución, pero que en términos reales significaba todo para la Revolución. Como lo dijo el mismo Chávez: “hoy se juega mi futuro político”. Él lo sabía y lo dio todo, concentró sus fuerzas y una vez más, venció.

Con esta aprobación se le dijo Sí a un régimen que difícilmente llegará a su fin en largo plazo y al comienzo de una serie de medidas que seguirán afectando a todos, pero más a los que ciegamente decidieron apoyar la continuidad vitalicia del Presidente.

La ignorancia es el peor enemigo del ser humano, lo ciega, disminuye y destruye hasta el punto de no darse cuenta que él mismo se ha puesto la soga al cuello. Tristemente, este ha sido el resultado, como consecuencia de una nula capacidad de discernir, de no darse cuenta que lo que se decidía era el futuro, y no una simple enmienda a la Constitución, no se trataba de tachar y escribir de nuevo. Era cuestión de garantizarnos la propia libertad.

El pueblo venezolano dictó su condena. Decidió quedarse sumido en un pensamiento único, viendo un sólo color, escuchando eternamente las palabras de un mismo líder, diciendo Sí a cualquier petición, no importa a qué precio.

Los que estamos del otro lado, no podemos más que sentir una profunda decepción, a sabiendas de que también representamos una fuerza importante, que ha luchado con sus equivocaciones, a falta de un verdadero líder capaz de calar en el pensamiento de aquellos quienes apoyan esta gestión –léase de cualquier clase social-.

Aplaudo el esfuerzo de los estudiantes, que con valentía han salido a las calles a defender sus sueños, y lo han hecho pacíficamente, apelando al despertar de la conciencia de los chavistas, de los indecisos, de todos los venezolanos. Le han dado un nuevo impulso a la oposición, que se ha fortalecido, aún cuando le falta un largo camino por recorrer.

Ganó el Sí y no apelo al fraude, aunque tampoco confío en la absoluta transparencia del CNE, en vista de que es un organismo manejado por oficialistas. La parcialidad salta a la vista.

En cuanto la abstención, estoy en total desacuerdo. La participación es de suma importancia, ya que representa la única manera de elegir la opción que a nuestro juicio es la mejor. No votar es callar, es permanecer indiferentes a lo que sucede en el país. Es dejar nuestro futuro en manos ajenas. El voto es un derecho, pero también es un deber, y quien no vota, no tiene voz para el reclamo. En esta oportunidad, se registró una abstención del 30 por ciento. Simplemente imperdonable.

Por otro lado, el voto automatizado, aunque le da celeridad al proceso, también otorga posibilidad de manipular el resultado final aquí y en cualquier parte del mundo. Pero no se trata de desconocer al vencedor, por el contrario, reconozco su victoria y su gran poder de convencimiento. Chávez posee el don de la palabra, que lo ha llevado a triunfar una y otra vez y que le ha dado un puesto en la historia de Venezuela y el mundo entero.

Ya se decidió. Lo que resta es continuar hacia el frente, sin traicionar nuestros ideales y apostando siempre a una mejor calidad de vida, sin olvidar que aunque nos roben los sueños, el pensamiento es libre y es un valor irrenunciable que no se negocia.

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