Sueño cumplido


Adriana y Sebastián deciden casarse, luego de un largo noviazgo de siete años. Ambos son de clase media alta, por lo que planifican una fiesta a lo grande. Más de 400 invitados, comida en abundancia, garotas, orquesta, carro de colección para trasladar a la novia, la mejor selección de licor, salón de fiesta espectacular. Esa noche sería de sueño.

La noche transcurrió como si fuese una fantasía, como un cuento de hadas. Todo era felicidad, belleza, encanto. Adriana había cumplido su ilusión: llegar al altar hermosa como una princesa, con el sonido celestial de la marcha nupcial, rodeada de sus seres queridos y con el amor de su vida que la esperaba con los brazos abiertos, para unir su amor ante los ojos de Dios.

Por fin había llegado el día, el que le daría la bienvenida a la eterna felicidad.

En todos los casos se marca un antes y un después, nadie sabe cómo continuará.El “para siempre” está en STOP. No hay certeza de éxito, tampoco de fracaso.

Gran cantidad de veces esos sueños del matrimonio feliz se quedan allí, por muchas causas, entre ellas la convivencia que puede llegar a desgastar el amor, porque con ella se conoce al otro no sólo con sus virtudes, sino también con sus defectos.

Entonces, la noche del cuento de hadas se esfuma en el tiempo, se convierte en pasado y surgen sentimientos encontrados, diferencias o sorpresas que llegan con la verdadera realidad.

La importancia del hecho no debe venir con la celebración, sino con el día a día. Si el amor acaba con el tiempo, las fotos quedarán en un cajón, el blanco del vestido de novia se irá empolvando, la bulla de la fiesta se oirá cada vez más lejos, se irán oscureciendo los momentos y se apagarán poco a poco las sonrisas.

Si todo va bien, el sueño jamás acabará, la vida seguirá siendo de colores y quedarán miles de deseos por cumplir, pero si no resulta, la ilusión quedará dormida hasta que comience una nueva historia que será una interrogante más.

Una y mil veces se repetirá el cuento en cada rincón del Planeta, a cada instante. La gente se enamorará siempre, en cualquier época, en cualquier lugar. Llegarán nuevas generaciones que sentirán de la misma forma que todas.

La unión de dos almas será eterna, encontrará regocijo en el amor, ese que no muere. En una libertad compartida, en un compromiso de dos, dándose el Sí ante la vida y ante los ojos del Señor.

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