Unas cuantas verdades


“Acostumbrarnos” a la situación que atraviesa el país es lo que no deberíamos hacer. Cada día se suma un nuevo conflicto en la historia del Gobierno “Bolivariano” y los venezolanos, sin querer, estamos envueltos en una crisis político-económico-social que nos afecta de forma directa, aún cuando hay quienes tratan de mantenerse al margen por proteger su paz mental. Pero es que es imposible escapar de la realidad: desabastecimiento de alimentos y medicinas, delincuencia desbordada, crisis hospitalaria, manifestaciones estudiantiles, la congelación provisional de activos de Pdvsa por $ 12 millardos, ejecutada por la transnacional Exxon Mobil, el nexo Chávez – FARC, la arremetida contra los medios de comunicación opositores, el desempleo, la corrupción… y pare usted de contar porque la lista no tiene fin.

Y es que ya por necesidad o por obligación (porque vivimos bombardeados de información queramos o no) estamos siempre pendientes de ver o escuchar las noticias para saber a qué atenernos y para poder participar en cualquier conversación que surja a nuestro alrededor. Esto porque la política es tema obligado en toda reunión, cosa que sucede desde que comenzó este Gobierno y que cada vez se agudiza más. No hay lugar en el que no se comente sobre lo último que hizo o dijo Chávez; unos lo critican, otros lo aplauden.

Eso ha logrado el Presidente: despertar una mezcla de sentimientos y pensamientos que mantiene enfrentados a los venezolanos y que ha logrado traspasar las fronteras.

Su discurso ha impactado de manera contrapuesta tanto a venezolanos como a gobiernos extranjeros. Hay quienes defienden -por admiración o interés- su ideología antiimperialista y “socialista” mientras otros se han atrevido a decir ¡NO!, convirtiéndose automáticamente en sus enemigos, a quienes con frecuencia califica como lacayos del Imperio, traidores a la Patria y contrarrevolucionarios.

Hablar de Venezuela es hablar de Chávez, aquello de ser reconocidos por la belleza de nuestras mujeres pasó a la historia. Ahora la fama se la debemos al Presidente, quien se ha convertido en unos de los personajes más reconocidos de América Latina en los últimos tiempos. Llega Chávez y llega la noticia. Y es que este mandatario se ha dedicado, entre otras cosas, a viajar para ganar adeptos, a regalar nuestros recursos, a hacer creer que los problemas que aquejan al venezolano los inventa la “oligarquía desestabilizadora”, a criticar a Estados Unidos y a hacerle la guerra al capitalismo, curioso si se considera que los que hoy nadan en dinero son precisamente los que ocupan altos cargos y predican la igualdad para todos.

Mientras tanto aquí la delincuencia campea, los hospitales se caen, los supermercados están desabastecidos, la anarquía reina en cualquier rincón, los pobres son más pobres y los ricos son más ricos. Esta situación continuará y empeorará hasta que despertemos de una vez por todas, hasta que los intereses económicos dejen de estar por encima de los humanos y hasta que la ignorancia deje de cegar a los más desfavorecidos. Para que esto suceda, Venezuela tendría que morir y volver a nacer.

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