En compañía del mar
Es de noche en la playa y los recuerdos se tiñen con la misma oscuridad del cielo. Las estrellas alumbran los instantes en los que la niña vuelve a ser feliz, esos en los que ella pensaba sólo en vivir. Quiere quedarse allí, pero la realidad no lo permite. Y la noche se convierte en su cómplice. Y el sonido de las olas la adormece, aunque no distingue entre el mar y el cielo. Todo es negro, y ella tiene miedo. No sabe si quedarse o salir corriendo, porque el fresco de la brisa y la soledad la tranquilizan, pero el magnetismo que esconde la luna la hace temer. La niña ya es toda una mujer, pero sigue conservando la inocencia y esa magia que atraía por doquier. Y mientras piensa si se queda o se va, prueba a sumergirse en la arena, para taparse del frio y contemplar las estrellas. Allí viaja al pasado y ríe al saber lo feliz que fue, ¡cuánto añora esos tiempos!, cuando el amor no había tocado a su puerta y la maldad no aparecía en su diccionario. Cuando todos parecían amigos y el tiempo ...