Historias que no son mías
Escribir es la libertad de expresar. Se dice casi cualquier cosa escribiendo, porque de alguna manera, los que lo hacemos por pasión a veces sentimos que es la forma más pura de transmitir lo que sentimos. He sido bendecida con el don de la palabra, y doy infinitas gracias por ello. De allí, mi profesión y todo lo que soy; cómo soy y cómo lo digo. Me siento identificada con historias que no son mías. Que leo en otros blogs o en cualquier texto que descubra en algún momento de ocio. Me he podido conmover con relatos ajenos, que se pueden parecer tanto a los míos… sólo que a veces los guardo para mí. O los comparto hablando, y es que a veces mi tristeza o mi problema, se repite en tanta gente… Pero cuando es mío, ¡cómo pesa! He leído líneas que expresan amor, desamor, miedo, preocupación. Están allí marcadas, igual que permanecen selladas en la mente y el alma de quien las escribe, que acompañan cada día, se superan o se toleran. Escribiéndolas se van de paseo un rato, salen del cuerpo,...